Las andanadas

23 de febrero de 2017

No nada más en Villa Juárez están duros los enfrentamientos, también en el ambiente político ya nadie puede levantar tantito la cabeza porque le sorrajan un mandarriazo.

Sobre la crisis en la risueña población, perteneciente al vecino municipio de Navolato, no tengo gran cosa para decir; en esos asuntos del narco, buchones, malandros, etc. prefiero pertenecer al grupo de los neófitos y acogerme a los tratados de Ginebra, donde se establece que calladitos nos vemos más bonitos.

En cambio, sobre lo político si tengo una opinión.

Me preocupa el ambiente de enfrentamiento que se vive entre los miembros de nuestra distinguida clase política, me preocupa porque ya no tengo la menor duda de que el crimen y el mundo político, han establecido un sistema de vasos comunicantes donde la población queda como rehén. De hecho, soy de la opinión de que la actual crisis de violencia e inseguridad por la que estamos pasando no es una causa, sino un efecto.

 ¿A poco no piensa usted lo mismo?

Las filtraciones de información a veces real, a veces falsa, a veces las dos cosas, evidencian una situación de guerra entre grupos políticos que comienzan dándose periodicazos y acaban agarrados a balazos, como se está acostumbrando desde 1994 con el asesinato de Colosio. Hoy tenemos la muestra en las informaciones que se han dado a conocer sobre los bienes de Óscar Lara Arechiga, por mencionar sólo el caso más conspicuo, donde de entrada los cabeceos aluden a hechos no demostrables y sí, en cambio, se sustentan en hipótesis que, en cualquier manual básico de periodismo, están consideradas como ejemplos de malas prácticas de la profesión. Lo estoy diciendo con todas sus letras: nuestros medios de comunicación locales están contribuyendo, de manera consciente y poco ética, a enrarecer más el ambiente social.

Al igual que numerosas situaciones vividas en México desde hace más de dos décadas, estamos asistiendo no a la develación de verdades escandalosas, sino a linchamientos mediáticos promovidos por los diferentes grupos actuantes en Sinaloa, es decir que la tinta ya llegó al río y en un descuido la sangre que, desde otros rumbos, lo está tiñendo de rojo es parte de lo mismo.

Digo.

En un país como el nuestro, donde los buenos servidores públicos son aquellos que resuelven los problemas del Estado a expensas de la población, la política acaba siendo cosa nostra, con su propia omerta, etapas que aquí ya superamos para iniciar la siguiente, que no es otra que la sustitución de políticos corruptos por auténticos gangster, tal y como ocurriera con las mafias italiana e irlandesa en Estados Unidos, al final de la ley seca.

Que nadie nos venga a decir que estamos mejorando y mucho menos que vamos a mejorar; parafraseando al clásico, podemos decir que, en Sinaloa, los enfrentamientos entre grupos criminales es la continuación de los arreglos políticos por otros medios y, como suele ocurrir en toda guerra, los más dañados son los más inocentes.

En esas andan metidos hasta las cachas nuestros próceres… y otro montón más.


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